El presidente José Mujica, al igual que sus antecesores (Sanguinetti, Lacalle, Batlle y Vázquez ) se propuso elaborar y
ejecutar la Reforma del Estado, él, como sus antecesores, sólo se
quedaron en la intención y en los titulares del tema, pues quisieron ser
ambiciosos en sus propuestas y en los tiempos para ejecutarla, por eso
es bueno tener en cuenta esos fracasos y los antecedentes elaborados por
quienes conociendo el tema, armaron un cronograma de trabajo acorde a
la situación del país , la dimensión de sus instituciones y
a la mentalidad de sus ciudadanos.
Hoy dada la antiguedad de la intención de reformar el Estado, pasó
de ser la "Madre de todas las reformas " a ser la "Abuela de todas las
reformas"
En su momento escribí varios artículos y estudios, basados en
mi experiencia y conocimientos y en los estudios
de Jean François Ravel, que en su libro "Le Rejet de l'Etat" (El
Rechazo del Estado), reúne un conjunto de ensayos referidos en su gran
parte al Estado,
en su conocida línea de pensamiento antisocialista y pro liberal. Puedo
no compartir ciertas ideas pero se prestan a la discusión fructífera.
La sola lectura del prefacio permite al lector llegar a precisas
conclusiones:
1) Hay que colocar al Estado en el sitio que le corresponde. No es
posible que el Estado, como Dios, esté por todas partes, se ocupe de lo
más grande y de lo más insignificante, se entrometa y decida sobre
cualquier cosa, hasta con el propósito deliberado o
inconsciente de hacer olvidar que en una democracia moderna debe haber
múltiples centros intermedios de decisión, como el ciudadano, la
familia, las asociaciones de vecinos, las empresas, los sindicatos, los
gremios profesionales y los grupos de opinión; aparte
de los partidos políticos, por supuesto. Por eso debemos proponer
alternativas válidas, originales y poco costosas para privatizar
y/o desmonopolizar aunque sea parte de lo que el Estado ha intervenido
en el curso de los años. Desnacionalizar lo que ha tomado
de más, para atender a tiempo completo lo que descuida en el menos.
2) Además, hay que separar el Estado político del Estado administrativo.
Es indispensable clarificar, de una vez por todas, la imprecisa
frontera donde un nuevo ministro selecciona un grupo
de funcionarios, distinguiendo entre el equipo político que el ejercicio
democrático del voto autoriza a dirigir la administración y el equipo
administrativo en sitio que debe obedecer al poder político, pero
manteniendo su estabilidad, ascensos, prestaciones y jubilaciones, de
conformidad con las normas establecidas.
3) Hay que lograr que el Estado sea igual para todos. Es un
desiderátum de la democracia. El Estado ha ido transformando las
necesarias reglas de juego en forma arbitraria, quedando al
capricho del funcionario el permiso, la averiguación, la multa, etc.
La discrecionalidad administrativa se presta a los mayores abusos,
salvo que cada decisión esté convenientemente fundamentada y el
administrado disponga de los recursos de alzada.
Para Revel la meta no es rechazar el Estado sino el estatismo, o sea la
enfermedad que hace al Estado incapaz de cumplir sus funciones por
pretender asumir tareas que pertenecen a la sociedad civil y a los
individuos. Por eso dice que hay demasiado Estado y
demasiado poco Estado, porque éste se ha apropiado de una cantidad
creciente de sectores de la vida social, no con el deseo de hacerlo
marchar mejor sino de acrecentar su poder y en cambio descuida
tareas estatizadas fundamentales. Esta inclinación es una
perversidad de todos los gobiernos.
Es por este buen manejo de la cosa pública, y teniendo en cuenta la
intención y la obligación de bajar el gasto público, cosa que se viene
intentando desde hace varios gobiernos sin resultado por debilidad,
omisión, incapacidad o complicidad, que se plantean
interrogantes, que quizá alguien con coraje, pueda responderlas. ¿Es
posible reducir ministerios y que pasen a ser subsecretarías de otros
sin que se sientan afectadas las cuotas políticas ni la necesidad de
colocar a alguien o mantenerlo en un ministerio
para que quede libre su banca en el Parlamento y "trabaje" su
suplente? ¿Podremos conocer algún día cuántas bancas de diputados y
senadores se están pagando simultáneamente entre titulares y suplentes? ¿Podrá ver nuestra generación la reducción
de intendencias, y ajustando la norma al artículo 85 de la Constitución, crear por ley 4 o 5 regiones que las sustituyan? ¿Podremos
conocer los bienes inmuebles del Estado, adquiridos y/o heredados, su
actual situación y por quiénes están ocupados,
sean instituciones o personas físicas? ¿Podremos saber cuántos
ministerios e intendencias tienen sus inventarios al día y controlados
por los organismos competentes y cuántos jerarcas al asumir un
ministerio o un ente verifican si existe un inventario y si
es real? ¿Podremos saber cuántos vehículos propios y arrendados tiene
el Estado? ¿Podremos saber cuántos miles de denuncias elevó, en todos
estos períodos de gobierno, el Tribunal de Cuentas a la Asamblea
General, por irregularidades (corrupción en muchos
casos) reiteradas, en gastos y/o licitaciones en prácticamente todas
las reparticiones del Estado, y cuántas se analizaron y trataron? ¿Se
podrán publicar, junto a estas denuncias, el nombre del o los
responsables que burlaron los controles del Tribunal de
Cuentas? Al ignorar y encajonar estas denuncias, ¿el Parlamento es
cómplice silencioso y/o directo de estos actos? ¿Podremos tener
respuestas? De la actitud firme del presidente para combatir el mal
gasto público y en reafirmar la transparencia en el manejo
de los dineros públicos, merece que estas y otras preguntas que el
pueblo se hace, tengan una seria y clara respuesta.
La alternabilidad de los partidos políticos en el gobierno, ha
demostrado que la gran mayoría de los uruguayos es independiente y que
por lo tanto los partidos políticos necesitan estructuras de mediación
para lograr un diálogo fructífero con el ciudadano.
De allí la importancia de las organizaciones intermedias para el
Estado, el Gobierno y los partidos.
La hipertrofia del Estado es un problema contemporáneo
y solucionable, por lo que la reforma del Estado es una prioridad
absoluta de la democracia uruguaya.
Si en este gobierno se hubiera concretado un diagnóstico de la
situación del Estado y y se hubiese comenzado a darse el proceso de
transformación del Estado uruguayo, se debería sentir realmente
satisfecho, estoy seguro, se hubieran generado las fuerzas
indispensables en la sociedad civil capaces de plantearse la
continuidad de la misión en futuros períodos constitucionales.
Por todo lo expuesto se hace imperativo , una reforma del Estado,
sabiendo que dirigirla a una política social es una tarea abierta al
conflicto que no se podrá lograr mediante el consenso, teniendo en
cuenta las diferencias ideológicas que marcan el rumbo
de los integrantes del gobierno.
La lucha por el progreso humano, sin embargo, como lo prueba la
historia, es una zanja de conflicto, obligada a abrir si se quiere
imponer la justicia de esta tierra de todos sea con la palabra de Cristo
o con la de Lenin.
Jorge AZAR-GOMEZ
Ex representante de Uruguay ante ONU
Mail: azargomezjorge@gmail.com